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CHICLAYO

Chiclayo es de la patada! Detesto el polvo que ensucia mis politos, la lentitud de sus caminantes, las calles estrechas, las autoridades corruptas y pueriles. Aborrezco la indecencia de mucha de su gente, lamento la pobreza de sus pueblos, el aún escaso acceso a la cultura, a los deportes y a las artes. Pero igual es de la puta madre! Allí viví momentos fantásticos, fui muy feliz.

Cómo olvidar mi llegada, casi furtiva pero segura, donde no me resultó complicado acoplarme a sus calles, a su humor, comida, estilo de vida (aunque mantuve uno propio y distinto). Tuve grandes experiencias laborales allí, desde las excelsas hasta las más estresantes. Cómo no recordar mi paso por Vigonsa, donde me inicié a trabajar en aquella ciudad, disfrutando plenamente de su bonanza. A su vez mis incursiones como profesor en Tumán, donde un año pasé los momentos más grandiosos de mi etapa laboral. Y ni qué decir de la exquisitez de trabajar en la Aquática. Las otras ocupaciones, en menor tiempo, han sido el complemento perfecto de mi estancia por allí.

Menos aún dejar sin recuerdo aquellos lugares donde viví. Primero en Reque, donde la señora Micaela me trató de manera excelente, luego viví sólo en habitaciones de la ciudad, y posteriormente en la casa de los Estela, familia que me adoptó de manera generosa. Desde luego ha sido singular mi vida con los Tessén, para después deambular por oficinas, saunas, parques, cabinas, donde reposaba nocturnamente mi cabeza.

De los amoríos, ni qué decir! Sería complicado que el espacio sea suficiente para trascribirlo todo, y desde luego no pretendo involucrar a nadie de manera indiscreta, pero debo de resaltar a la chinita como el emblema de lo que fue algo sublime y singular en mi vida amorosa norteña. De hecho, mis días con ella fueron especiales, y lo digo con una remembranza limpia, con el cariño de algo que sustancialmente fue singular. Ah Lucesita! Dónde andarás, chiquita (pero despachadita, como siempre lo he dicho) Aquellas escapadas sutiles, como adolescentes, en la penumbra de Los Parques, esos abrazos robados, besos furtivos, otorgados con una mixtura de decencia y ocultamiento, muy ricos sin duda. Y eras tiernita conmigo, como una niñita, dulce cuando querías, y sin miramientos cuidabas de mí, volabas, y me encantaba aquello, todo de ti, sin excepción. Me pregunto en ocasiones cómo es que se puso fin a ese sueño.

Los viajes y escapadas fuera de la ciudad también le daban marco a mi vida norteña de ese entonces. Una mochila era mi cómplice de aquellas incursiones por el norte, sur, centro de la ciudad. Pues sólo o con alguien, hacía plenos mis momentos. Sobre todo cuando la compañía se hacía grata y excitante.

Es verdad que pasé malos momentos también, pero antes de convertirlos mentalmente como algo ignominioso se tornaron en una escuela para mí, haciendo de lo malo algo rescatable y de lo penoso una lección aprendida.

De cualquier forma mi estadía norteña me ha resultado satisfactoria, de grandes recuerdos y me ha legado grandes amigos. De hecho, mis últimos años los disfruté con mi amigo Manuel, entrenador y colega de natación, también con Gilbert, una gran persona, así como Jorge de VigonPC, desde luego Joselo de Tumán y Obryann han sido un excelente soporte. Liliana ha significado tanto para mí en los últimos años, una amiga a quien de verdad extrañé.

Y con todo, quisiera poder ensuciar mis politos con sus terrosos vientos, sentirme limitado a la cultura (al menos un tiempo), soportar la ignorancia, entre otras huachaferías que lo caracteriza, todo por caminar de nuevo por la avenida Balta, donde paseé rico con gente que amé, jugar fulbito (yeah! en el Jockey), nadar, comerme un buen ceviche, andar con mis amigos, disfrutar de las norteñas, escribir más cuentos inspirado en su terrenos y sentir ese calor septentrional que nunca sentí en otro lugar del planeta. Me joden muchas cosas de Chiclayo, pero qué puedo hacer… es de la puta madre!

Original de:



malditoparanoico
Escrito y publicado en mi web personal el 11/03/2007

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