Pareciera como si Flaubert, ese gran escritor francés, hubiese tenido una visión política de Latinoamérica y Perú de este siglo, como las que tenían aquellos profetas bíblicos de la antigüedad. En "La Tentación de San Antonio" retrata a este animal mítico que se devora así mismo de pies a cabeza.
Y es lamentable que nuestro país sea aún adicto a los ponzoñosos delincuentes titulados, magistrados y doctorados en las facultades del delito existentes.
En los últimos 25 años de seudo democracia, se ha visto desfilar por las instituciones de poder a los más infames y mediocres representantes de la educación peruana.
Tal parece que el electorado peruano sufre una adicción masoquista a las improvisaciones, huachafería y consignas políticas. Eso ocurrió con los últimos presidentes (dos de ellos reelegidos) cuyos períodos gubernamentales se han caracterizado por la burocracia, corrupción, tibieza política, mediocridad, despilfarro, mafia, traición a la patria y pobreza.
Pero el pueblo peruano es olvidadizo porque está macerado en su “optimismo”, una suerte rara de hipnosis frente a nuevas promesas, que aunque no se creen se compran cada cinco años, con la esperanza (la que se dice “nunca muere” en Perú) de que un “Mesías” haga que la nación salga de la crisis con la que se amamantó nuestro herido país.
Y tal como el Catoblepas de Flaubert, nuestro país se autodestruye narcotizado en su elección, se traga así mismo y se desbarata y despoja.
Y ahora que está Alan, quién podrá ayudarnos?
Original de:
malditoparanoico
Escrito y publicado en mi web personal el 21/09/2006
Comentarios
Creo, sin embargo que el político más corrupto, no es otra cosa que ese peruano que -creyéndose "acriollado"- evade impuestos, tima a otros e incluso tira basura en la vía pública.
Es decir, que aquellas "improvisación huachaferías" del electorado, son las mimas del elegido. Lamentablemente ese político corrupto es un hijo de puta, de aquellos que tenemos tantos -no todos somos así-, al que se le ha delagado el poder con consecuencias funestas.